¿Qué hay que hacer más?
Reportero de guerra.
La Guerra de la Independencia contra Napoleón duró seis largos años. España se enfrentó a la Grande Armée en franca desventaja y resistió, pero las bajas —muchas de ellas civiles— fueron enormes, y las brutalidades numerosas. Pero ahí estaba Goya, como un reportero gráfico para documentarla fielmente, y de paso denunciarlas.
Creó los Desastres de la Guerra, donde muestra las animaladas de ambos bandos. Y pese a su realismo, casi superan en irracionalidad y nivel pesadillesco a cualquiera de sus Caprichos.
En esta serie de grabados (no aptos para estómagos sensibles), Goya quiere documentar la crueldad que había visto con sus propios ojos a lo largo y ancho de España: asesinatos, violaciones, torturas, ejecuciones, linchamientos… Lógicamente en muchos de ellos no escatima en violencia y sadismo.
Es el caso de esta brutal escena de tortura, en la que cuatro soldados franceses se disponen a mutilar los genitales de un español al que ha desnudado y han colocado boca abajo.
¿Qué más hay que hacer…?
Parece que se han pasado ya todos los límites de lo civilizado. Ya no solo es una tortura inconcebible viniendo de «los guerreros de la ilustración». Es casi peor la humillación de violentar de esa manera un cuerpo indefenso, quizás para dar ejemplo al resto del pueblo español.
Llama la atención la proximidad con la que Goya retrata la escena, situándose —como si de un reportero gráfico se tratara— más cerca de lo que nunca nadie había representado algo así.
Goya denuncia la guerra en sí, y crea así el mayor alegato antibélico de la historia del arte universal.