Rosas en un jarrón
Naturaleza viva.
En 1880 la salud de Manet empezó a deteriorarse. Tenía 50 años, pero estaba ya hecho una mierda. Algunos dicen que sufría una flebitis, otros piensan que su enfermedad era la ataxia, y bastantes creen que el problema de Manet era la sífilis.
El caso es que pocos años después, al pintor le costaba ya caminar e incluso hubo que amputarle una pierna gangrenada. Moriría meses después de pintar este cuadro. Tenía 51 años, pero ya era una leyenda. Era el padre del impresionismo.
Durante su enfermedad, Manet pintaría una serie de pequeños bodegones como este. No era posible trabajar en formatos más grandes, por lo que optó por pequeños cuadros (este es poco más de un folio A3), pero a pesar de sus sufrimientos no dejó de pintar. Después de todo, su ídolo Goya no lo había dejado tras su terrorífica enfermedad que lo hizo quedarse sordo como una tapia y casi estirar la pata. De hecho, ahí es cuando el pintor español empezó a pintar mejor que nunca.
Manet apenas podía caminar. Tampoco pintar de pie durante mucho tiempo. Pero pudo realizar pequeñas obras maestras como esta, de una gran intimidad y belleza moderna.
Observad esa luz, esas texturas, esa composición… Observad esas flores, esas hojas, pintadas con los típicos trazos rápidos de color de Manet ¡Qué seguridad para un sifilítico lisiado!