¡Viva Octubre!
Dibujos de la Revolución Española.
Helios Gómez, sevillano, gitano, anarquista y artista de vanguardia. Sin duda vivió tiempos convulsos, pero desde luego les sacó bastante partido creativamente.
Ya desde los años 20 colaboró como ilustrador en numerosas publicaciones afines a sus ideas, pero además de luchar con su mejor arma —el arte— también luchó con el rifle. Por ambos motivos tendría problemas, sobre todo durante la llamada Revolución de 1934, tras la cual acabaría en prisión —concretamente en un barco-prisión, el Uruguay— y ahí fue donde llevó a cabo estas xilografías (grabados en madera) que forman parte de su tercer álbum. Recordemos que la II República Española era bastante de derechas durante esa época (gobernaba Lerroux) y libertarios como Helios Gómez tenían muy claro quién era el enemigo, por lo que decidió documentar lo que había visto en este reportaje (o más bien panfleto).
Dejando de lado su evidente carga ideológica, ¡Viva octubre! es una obra interesante por su valor histórico y artístico. «Histórico» entre comillas, ya que es una obra inequívoca en su sesgo, pero decidme un documento histórico que no esté en absoluto sesgado… El historiador que interprete la historiografía es el que debe ser neutral, no el artista.
En lo artístico salta a la vista el tiempo en el que fue realizada. Helios Gómez fue uno de los ejemplos más populares de la cartelería de la época. Experto en el llamado agitprop, mutó el Realismo Socialista en Expresionismo, mezclándolo con Cubismo, Constructivismo y Art Decó, dando lugar a imágenes que fueron fundamentales para la guerra ideológica de la España de los años 30.
Gómez usó la vieja técnica del grabado artesanal en madera, tan del gusto expresionista, que permite esas líneas irregulares, esas crudas imperfecciones, esas grandiosas posibilidades expresivas, esa vibración que casi roza lo espiritual. Son casi premoniciones de la guerra que estallaría dos años después.
Y ya sé que soy un pesado, pero es que no se puede obviar la herencia del Goya de Los desastres de la guerra y otros grabados en este tipo de obras. Gómez, popular y hasta populista como era —como Goya—, sabía bien que quizás no hay arma más potente que una plancha y tinta.