Dante Gabriel Rossetti
Reino Unido, 1828–1882
Pese a su apellido, Rossetti fue uno de los pintores del XIX más célebres del Reino Unido.
En pleno romanticismo fundó con otros artistas la Hermandad Prerrafaelita, que rechazaban el arte académico (en especial la acartonada Royal Academy of Arts) y pintaban, como su nombre indica, como se hacía antes de Rafael: Mucha teatralidad, detallismo a veces exasperante y el irrepetible colorido de los primitivos italianos y flamencos.
Rossetti ejercería de cabeza visible del movimiento, y uno de sus miembros más activos, desembocando en el posterior simbolismo europeo.
Al principio aspiró a ser poeta (de vez en cuando publicaría algún soneto), pero su amor por la pintura tardomedieval acabó por atraerlo a las artes plásticas. Utilizó para su obra básicamente imágenes simbólicas y mitológicas. A Rossetti no le interesaba la vida moderna.
Como muchos otros románticos, Rossetti centraría su atención en el pasado. Y si algo era el artista, era romántico, tanto en su obra como en su trágica vida, propia de un folletín de la época.
Su mujer, Elizabeth Siddal, se suicidaría bebiendo láudano después de dar a luz a un niño muerto. Todo día en el cementerio, Rossetti idealizó a su amada como la Beatriz de Dante, y la pintaría en multitud de obras. Desde luego, no falta en la pintura de Rossetti alguna señora con el pelo rojo rodeada a menudo de flores.
Aún así no le faltaron otras amantes pelirrojas, y obsesivamente estilizadas, que también pueblan sus cada vez más excéntricos cuadros.
En parte, la excentricidad se debía a las drogas, que fueron mermando su salud mental. Durante un tiempo, Rossetti empezó a pintar animales exóticos (en particular… wombats!) y no salía del zoo de Londres. No paró hasta que obtuvo su ejemplar (al que llamó «Top»), y a menudo lo llevaba a la mesa a la hora de comer.
En sus últimos días, un Rossetti desequilibrado, yonki e incapaz de salir a la calle, viviría recluido en una habitación. Un mito romántico en toda regla.