Aníbal vencedor que por primera vez mira a Italia desde los Alpes
De las primeras obras documentadas de Goya.
Vaya paliza me he pegado, ¡pero ha merecido la pena!,
debió pensar Aníbal cuando llegó a los Alpes.
Esta obra, de las primeras documentadas que conservamos del artista, fue fruto del concurso que organizó la Academia de Bellas Artes de Parma en 1771 y, que por casualidad, coincidió con una especie de Erasmus que realizó Goya en Italia por aquel entonces. No se sabe con exactitud el porqué de la presentación en el concurso, pero algunas fuentes creen que, debido a la conexión que existía entre la casa de Borbón en Parma y la española, Goya vio la oportunidad de reconocimiento conociendo que las noticias llegarían a la península tarde o temprano. También se tiene la creencia de que fueron los colegas que conoció en Parma, los artistas Rafael Mengs y Giuseppe Ratti, quienes instigaron al español a presentarse. Sea como fuere, lo cierto es que Goya no ganó pero sí que se le otorgó una mención especial por la pintura.
Formalmente hablando, la obra nos ofrece unas características típicas del academicismo del momento, quedando la figura del héroe (de claras líneas clásicas) en el centro de la composición. Se aprecia el esfuerzo por ajustarse a las directrices que la Academia dictó para aquel concurso: tendría alrededor de veinticinco años y le interesaba ganar prestigio.
Una cosa interesante de la pintura es el aspecto psicológico de la figura de Aníbal. En las bases del concurso, se especificaba que la figura del genio
debía guiar de la mano al héroe hacia la victoria, pero esto no le convenció demasiado al artista. En vez de eso, lo que plasmó fue un general no muy seguro de su hazaña: la actitud que presenta el personaje es de avance-retroceso, no domina ninguno de los pies hacia delante. A lo que sumamos la expresión asustadiza del rostro y el gesto que hace al levantarse el casco. Goya, de alguna forma, quiso representar lo que él sentía en esos momentos, quería decirnos que el genio no siempre te guía, sino que es el trabajo y la constancia lo que de verdad se impone: hecho al que se enfrentó durante toda su vida.