Los reyes magos
Epifanía mexicana.
Los jóvenes artistas mexicanos de finales del XIX se fueron a Europa a aprender nuevos lenguajes, aunque conservando su idiosincrasia nacional, mezclando vanguardia con esa atmósfera porfiriana de principios del XX, dando lugar a esa estética entre el mural, lo renacentista, el decó y mil cosas más que dan lugar a un suculento y especial mole.
Uno de esos jóvenes artistas fue Ángel Zárraga, que un año antes de pintar esto había viajado a Italia. Los maestros renacentistas dejaron una profunda huella en su arte desde entonces, como podemos apreciar claramente aquí. Una imagen muy moderna (modernista podríamos decir), muy simbólica (simbolista sería apropiado), de un exotismo orientalizante que casi casi roza lo onírico, y hasta podríamos decir que lo erótico.
Astrólogos semi-desnudos, resplandeciente joyería y orfebrería, telas de diversas texturas, recipientes tradicionales de México, y tres reyes que adoran a un niño que descansa plácidamente con el mundo en sus manos. Le entregan sus regalos de reyes: Melchor el asiático, oro como rey; Gaspar el europeo, incienso como Dios; Baltasar el africano, mirra como hombre. América se queda fuera (cierto es que cuando se creó la tradición de los tres reyes en el arte occidental todavía no se había llegado a América). Por cierto, ni rastro de la Virgen ni san José.
Al fondo, un paisaje italiano de colinas y cipreses, y un grupo de gente que se acerca a adorar al niño Jesús.