
Mucho hay que chupar
Que aproveche.
Uno de los Caprichos más terroríficos de Goya. Mucho hay que chupar, dice. ¿A qué se refiere?
Unas grotescas ancianas con túnicas blancas se toman tranquilamente su rapé (ese tabaco de esnifar). Unos murciélagos vuelan tras ellas. En el suelo hay una espeluznante cesta llena de niños muertos.
Como siempre pasa con este artista, son varias las interpretaciones. Hay quien ve aquí a las Furias, hijas de la noche, con un cesto de almas que van a torturar eternamente. Quizás está ilustrando a unas alcahuetas que practican abortos. O quizás a unas brujas (Goya y la brujería, uno de sus temas fetiche). Las supersticiones de la época, que eran muchas en el país, hablaban de que si las viejas chupaban la sustancia vital de los niños, podían vigorizarse. Y también podían vigorizar a otros a cambio de un dinero, creándose una sórdida industria. Puede que Goya se refiera también a «chupar» el dinero de los incautos que comercian con semejantes atrocidades.
Sean quien sean estas tres horribles señoras, Goya, como siempre, no deja títere con cabeza en sus Caprichos y condena los vicios del ser humano, que parece que nace y vive para chupar y ser chupado.
Como vemos, sí hay mucho que chupar.
 Francisco de Goya
		Francisco de Goya