El cacharrero
Compras y cortejos.
El cacharrero es una obra aún temprana de nuestro querido Goya. Forma parte de su larga serie de cartones (pinturas plantilla para realizar tapices, y no pensadas para ser expuestas), que junto a El quitasol, es probablemente una de las escenas más populares.
Se trata de una obra verdaderamente Rococó y muy alegre (teniendo en cuenta todo lo que vendrá después).
Lo que podría ser una simple escena urbana se convierte en mucho más. A primer término se encuentra el cacharrero, personaje que da título a la pintura. No vemos su rostro, está de espaldas, sentado frente a su puesto ambulante de cacharros: hay platos, cuencos…la más bella cerámica. Al otro lado del puesto han acudido ya tres clientas: dos jóvenes y una anciana. Una de las jóvenes sostiene un cuenco, aunque no parece interesarle demasiado, es más bien una excusa, porque a quien observa atentamente es al vendedor, se produce una seducción sin necesidad de palabras, los ojos lo dicen todo.
La otra joven, sentada entre ella y la anciana, mira a su compañera y parece decir: «¿Qué estás haciendo?», percatándose de la situación. La anciana, en cambio, está distraída, ajena a todo este juego de miradas.
Detrás de ellos, una dama viaja en un coche de caballos. Goya quería reflejar lo mejor posible el movimiento, por lo que pinta su figura difuminada.
Dos amigos contemplan a la dama pasar. En una esquina, vemos a un pequeño perro enroscado en él mismo, durmiendo. Esto demuestra que Goya conocía las pinturas rococó de los artistas franceses.
Es una escena callejera, de un día cualquiera, pero en la que podemos ver presente las pasiones humanas.
Podéis contemplar y disfrutar esta pintura en el Museo del Prado, y en cuanto a tapices, se conservan dos: uno de ellos en el Escorial y el otro en el Palacio de El Pardo.