Katharsis
El muralismo hiper-violento de Orozco.
Tras su viaje a los Estados Unidos en 1934, José Clemente Orozco regresó a México para pintar el muro oriente del Palacio de Bellas Artes en la Ciudad de Mexico, pero como el edificio estaba un poco hecho polvo, decidió no arriesgar su obra pintando directamente sobre un muro que se podía derrumbar en cualquier momento y optó por pintarla sobre un bastidor de acero.
Katharsis muestra mediante una orgía de color brillante y formas dinámicas una muy expresionista alegoría sobre la guerra y la desintegración. Para ello empleó diversos motivos, muchos de ellos recurrentes en su obra: las armas, las masas de gente, la lucha, el caos… Todo unido en una montaña de catarsis. También tenemos ahí la prostitución (putas que ríen simbolizando el abandono de los valores morales), las máquinas (que con sus engranajes parecen devorar a colectivos humanos enteros), una caja fuerte abierta (la avaricia y codicia humanas, el robo a la sociedad), el fuego… Porque en la parte superior de la obra todo está ardiendo, como si con un último sufrimiento extremo el fuego fuera a purificarlo todo.
¿Nos está diciendo Orozco que nuestra sociedad, donde se utiliza la máquina y la tecnología no precisamente para nobles fines, está abocada al fracaso? ¿Que es mejor quemarlo todo y empezar de cero…?
Orozco era un genio, y mediante esa composición tan caótica, amplifica de manera increíble el dramatismo de la escena. Una tendencia clara hacia lo dramático y lo siniestro con la que quería lanzar un mensaje de alarma.
Nada que ver con las figuras casi serenas que había pintado su colega muralista Diego Rivera en el otro lado del edificio.