Bernini esculpe un orgasmo.

Retrato de una borrachera colectiva.

Un cuadro sobre la etapa gay del lujurioso Júpiter.

Zurbarán quería copiar la naturaleza con sus volúmenes a toda costa.

El máximo exponente del barroco tenebrista francés.

Lo de este tío es sobrenatural. ¡Cómo pintaba el cabronazo!

La Mona Lisa holandesa.

Rembrandt se pinta a sí mismo por enésima vez.

Una cesta de fruta casi podrida nos hace pensar en la caducidad de las cosas.

Ribera documenta un caso real de la Italia del XVII.

Uno de los cuadros más violentos de la historia del arte. Y es que los pintores barrocos espumaban con este tipo de escenas.

No es el de Goya el único padre caníbal del Museo del Prado.

El dios del vino baja a la tierra para hacer un botellón con nosotros.

Retrato de Narciso, el vanidoso joven enamorado de sí mismo que muere ahogado, pero es convertido en una flor.

Ejemplo de trampantojo barroco.

La obra de Craesbeeck destaca por su increíble modernidad.

Una obra maestra de la etapa sevillana de Velázquez.

Una denuncia de Artemisia Gentileschi al acoso sexual.

El genio barroco pintó con un realismo sorprendente otra de sus grandes obras maestras entre tinieblas.

Retratos de sus colegas residentes en palacio.

La venganza barroca de una artista víctima del machismo.

Autorretrato de Bernini gritando como un condenado al infierno.

El artista pinta uno de los pocos bodegones de su producción,

El vino, la música y la pintura, las tres grandes pasiones de Van Honthorst.