Un fotógrafo con pinturas.

El desayuno más famoso del arte.

Playa, niños, sol... creo que es evidente que este es un cuadro de Sorolla.

Miremos al futuro... es luminoso.

Retrato de un poeta maldito.

Al artista lo que le gustaba era la acuarela.

Obra robada por los nazis que acabó en manos de los Thyssen. Aún hoy se pelea por su devolución.

La luz protagoniza esta obra.

Rodin tardó 37 años en acabar este conjunto escultórico.

De soplos cansados desde el interior: Degas nos muestra una inminente violación.

Manet toca un tema hasta entonces tabú.

Capri fue refugio de poetas y artistas antes de un destino turístico de lujo.

Sorolla pinta a su mujer Clotilde entre sábanas salmón. Pura sensualidad que evoca a Velázquez.

Precursor del arte abstracto.

Manet se inspira en Goya para denunciar el neocolonialismo francés en Mexico.

Por temática y técnica esta obra se ganó un puesto en el salón de los rechazados.

Monet nos aturde con la arrebatadora belleza y armonía de sus lienzos.

La lluvia cayendo en el agua. Eso, simplemente, merece un cuadro para un impresionista como Caillebotte.

Con la excusa de la mitología romana, la genial artista representa al amor como un engaño.

Un estudio del cielo del artista que odiaba pintar al aire libre.

La artista siempre quedó a la sombra de su mentor y amante Rodin. Quizás la ola simbolice esa amenazante presencia, que al final acabó engulléndola.

El escultor francés sirve de puente entre la escultura tradicional y la moderna.

Sorolla retrata con estilo velazquiano a su amigo fotógrafo danés.

Con Sorolla sentimos la brisa en el ondular de los vestidos y gasas, el sol levantino en los rostros, el sonido de las olas, el aroma del Mediterráneo...