Los tiempos cambiaron: Un partido de rugby como obra de arte.

Un ensayo pictórico sobre la ceguera.

Ni un miserable cuadro de Falero cuelga en los museos públicos españoles.

Un desnudo para una época de poca sensualidad en Rusia.

Una fábula de La Fontaine sirve de inspiración a Subleyras para esta pintura erótica

El marchante que creyó en Modigliani.

Un complejo juego conceptual de este joven artista irlandés.

El dios del vino baja a la tierra para hacer un botellón con nosotros.

Unión delirante de los dos bigotes más excéntricos del siglo XX.

Retrato de Narciso, el vanidoso joven enamorado de sí mismo que muere ahogado, pero es convertido en una flor.

Visión de Delacroix del crimen de Medea.

Ejemplo de trampantojo barroco.

Seurat representa el circo con puntitos. Nuestra retina los convierte en esa atmósfera festiva.

La noche estrellada es una de las imágenes más conocidas del arte moderno.

Sandberg pinta sus alegorías como los surrealistas de hace 500 años.

Repin hace una instantánea de la caótica sociedad rusa de su época.

Cupido en el baile de disfraces observa a la próxima víctima de sus flechas.

El candidato Casey se queda de piedra al conocer los resultados de las elecciones.

El artista suizo llena esta obra de diferentes planos cromáticos.

Bellows plasma un momento clave en la historia del boxeo, y de paso se coló también en la historia del arte.

Hodler nos muestra un rítmico cuadro de soldados preparándose para la guerra.

El simbolista alemán ilustra el concepto de disonancia a la perfección.

La obra de Craesbeeck destaca por su increíble modernidad.

Una obra maestra de la etapa sevillana de Velázquez.